Por Macarena Letelier V.
Publicado por Diario Financiero, el 6 de junio de 2024.
Un país en el que su sistema político dificulta de por sí la construcción de acuerdos y que, más aún, está en una situación que requiere de manera urgente reconstruir confianzas para negociar temas estructurales, se entera en la cuenta pública del Presidente que el Gobierno enviará un proyecto de ley para regular el aborto legal. Una sorpresa que impactó no solo a la gran mayoría de los chilenos que vemos en dicha política pública un acto "inhumano", sino que a los propios partidarios del Gobierno que se enteraron de la propuesta durante la cuenta anual.
Negociar entre partes requiere estrategias. Algunas de ellas son acompasar, esto es, encontrar puntos en común con quienes quiero lograr acuerdos es primordial. Sumado a una comunicación efectiva, que se da principalmente ejercitando la escucha activa y que desarrolla la confianza, base para avanzar en las conversaciones. Junto con poner los intereses por sobre las posiciones, en este caso dejar de lado las miradas ideológicas, de creencias y valores y, finalmente, que lo acordado realmente se puede materializar porque es legítimo y factible.
En gran medida el despliegue de esas estrategias las vimos plasmadas en la primera parte del discurso del Presidente. En sus palabras hubo conexión con lo que la gente pide, entre otros en materia de seguridad, con la creación del Ministerio de Seguridad, la modernización para carabineros y un plan maestro para la infraestructura carcelaria, la digitalización de varios permisos, lo anuncios en materia económica y de crecimiento, el plan de salud mental, reducciones en las listas de espera y el acuerdo Codelco-SQM, entre otros. Parecía que el Presidente había escuchado los dolores de los chilenos y traía como propuestas soluciones que responden a las necesidades de muchos. Sin embargo, la gran sorpresa no así la única-, la anunciada ley de aborto legal, cae como un balde de agua fría, tan fría que es capaz de congelar cualquier ánimo o voluntad de ceder posiciones en materias tan importantes como el pacto fiscal, una reforma de pensiones y tantos otros que el país lleva años trabajando.
La estrategia desaparece, no solo porque se dejó de escuchar, sino porque la posición de algunos les gana a los intereses de muchos, porque con el actual Congreso no hay posibilidad alguna de que se logre la aprobación de un proyecto como el anunciado, lo que hace que sea más una señal que una materia que, incluso en la legitimidad y valor de una democracia sea debatible en estos tiempos. O sea, perder el tiempo, de paso quebrando confianzas, retrocediendo lo que se creía avanzado, volviendo incluso a fojas cero las conversaciones en materias fundamentales.
Si se quiere lograr acuerdos, se va de frente, sin sorpresas y se persuade, dándole siempre una mirada humana a la negociación, lo que está lejos del anuncio del que fuimos testigos en la última cuenta pública.