“…Como abogados y académicos que formamos parte del Programa de Reformas a la Justicia de la UC nos parece pertinente reflexionar desde el rol del abogado, análisis especialmente importante por los múltiples efectos colaterales que en materia jurídica y judicial han generado y generarán los acontecimientos en actual desarrollo..."
José Pedro Silva, Nicolás Frías y Macarena Letelier
Frente a la pandemia que azota a nuestro país y al mundo hemos reconocido y agradecido la labor de los médicos, enfermeras y, en general, de profesionales y funcionarios del área de la salud. Esta nueva “primera línea”, que se expone diariamente en pos del bien de todos, que no duda día a día en honrar su juramento hipocrático y entregar lo mejor de ellos, requiere de la colaboración de todos para lograr superar estos difíciles momentos.
Cada uno forma parte de sociedades intermedias, pequeños universos como la familia, la empresa, el equipo de trabajo, la junta de vecinos, los comités de vivienda, la comunidad educacional o un gremio, todas las cuales, en armónica interacción, cumplen un rol fundamental para sostener y mantener el buen funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Volver a la normalidad que tanto queremos y necesitamos supone poner todo nuestro esfuerzo, conocimiento y creatividad al servicio del bien de todos y cada uno, es decir, del bien común. No es el tiempo del individualismo, sino de la solidaridad.
Si bien en estos delicados momentos los equipos de salud están concentrados en lo primordial, que es proteger la salud y la vida de las personas, hay otros sectores abocados a contribuir al país desde distintos ámbitos sociales y económicos, a mantener el sistema educacional y el funcionamiento del mercado laboral, entre otros, todo ello en la medida de lo posible y adaptándonos a trabajar a distancia.
Como abogados y académicos que formamos parte del Programa de Reformas a la Justicia de la UC nos parece pertinente reflexionar desde el rol del abogado, análisis especialmente importante por los múltiples efectos colaterales que en materia jurídica y judicial han generado y generarán los acontecimientos en actual desarrollo.
El término abogado viene del latín advocare/advocatus. El primero, entre sus múltiples definiciones, significa "congregar, interceder". El segundo, deriva de ad auxilium vocatus, “el llamado para auxiliar”, conceptos a los que más que nunca debemos darles sentido. Ya en la primera mitad del siglo XX el gran jurista uruguayo Eduardo J. Couture señalaba en su decálogo, o conocidos “mandamientos”, que “la abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia”. Lo anterior nos llama con fuerza a estar presentes ante esta crisis apoyando a las personas, despejando dudas, logrando que quienes puedan verse afectados por la pérdida de empleos, incumplimientos de obligaciones o múltiples situaciones adversas, que tal vez aún no conocemos ni imaginamos, busquen la justicia privilegiando los acuerdos, evitando radicalizar las controversias y, por ende, su judicialización.
Couture agregaba que “el deber del abogado es luchar por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”. Vendrán tiempos en que esta frase sea utilizada más de lo que pensamos y relevará el aporte que los abogados y jueces hayamos podido efectuar en la solución de las controversias y, especialmente, con énfasis en la armonía propia de los acuerdos inspirados en la justicia. Ahora, y en los tiempos que se vienen, será el momento de los acuerdos buscados y alcanzados de buena fe. Tal sería una invaluable contribución de abogados y jueces a la ardua tarea de reconstrucción de la paz social que tanto necesita nuestro país.
En esta misma línea, el Código de Ética profesional del año 1948, en su artículo primero, señalaba que: “El abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia y un colaborador de su administración”. Por su parte, el actual Código, publicado en 2011, contempla, entre otros principios, que “sus actuaciones deben promover la correcta y eficaz administración de justicia; obrar siempre en el mejor interés de su cliente”. Muchas veces será mejor para el cliente resguardar la relación con otros y entablar puentes de diálogo, acuerdos y aportar con ello a la pacificación de la sociedad, siempre necesaria, pero hoy urgente. Nuestro aporte se inicia desde el momento en que las personas confían en nosotros y debemos mostrarles las alternativas para la solución de su conflicto, momento en que sugerimos privilegiar el consenso, sea por vía de la mediación, de acuerdos conciliatorios u otros mecanismos autocompositivos, tan eficaces en cuanto a su exigibilidad como la jurisdicción misma. Debemos ser promotores de acuerdos y no de distanciamientos.
El Programa de Reformas a la Justicia tiene como misión no solo congregar a la comunidad académica para participar activamente en los procesos de reforma a la justicia chilena, en sus diferentes ámbitos orgánicos y funcionales, desde la investigación y elaboración de contenidos, sino también reflexionar y contribuir al rol del abogado en nuestra sociedad, este rol social como auxiliar e intermediario, como profesional y como persona que trabaja por la justicia y por su imperio, en definitiva, un constructor de la paz.